Por Hugo Lascarro Polo, Abogado especialista en Derecho Laboral y Seguridad Social. Creador de contenido jurídico educativo en redes sociales.
La nueva reforma laboral que modifica el Código Sustantivo del Trabajo, la Ley 50 de 1990, la Ley 789 de 2002 y otras disposiciones, representa un paso decisivo en la búsqueda de un trabajo digno y decente en Colombia.
El texto legal establece objetivos que, a simple vista, resultan incuestionables: respeto a una remuneración justa, bienestar integral, promoción del diálogo social y acceso garantizado a la seguridad social. Estos principios no solo responden a mandatos constitucionales, sino que también recogen compromisos internacionales que el país ha adquirido en materia de derechos laborales.
La apuesta es ambiciosa: mejorar las condiciones de los trabajadores sin sacrificar la sostenibilidad del empleo ni frenar la creación de puestos formales. Para lograrlo, el éxito de la reforma dependerá de tres factores clave:
- Implementación clara y gradual, que permita a las empresas adaptarse sin poner en riesgo su viabilidad.
- Fortalecimiento de la inspección laboral, para que los derechos en el papel se conviertan en derechos reales.
- Diálogo social efectivo, en el que gobierno, empleadores y trabajadores construyan consensos duraderos.
La verdadera prueba de esta reforma no será su aprobación, sino su aplicación. Solo si logra equilibrar la protección de los trabajadores con la generación de empleo formal, Colombia podrá acercarse al ideal de un mercado laboral inclusivo, equitativo y competitivo.
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