EL TRABAJO DOMÉSTICO MERECE RESPETO Y VERDADERA PROTECCIÓN

 



Por Hugo Lascarro Polo
Abogado especialista en Derecho Laboral y Seguridad Social. Creador de contenido educativo jurídico en redes sociales.

En Colombia seguimos teniendo una deuda histórica con quienes realizan labores domésticas. La Sentencia T-346 de 2025 de la Corte Constitucional nos lo recuerda de forma contundente.

El caso es claro: Aura María Urrea trabajó más de 18 años en una casa de familia sin estar afiliada a pensiones ni recibir los aportes a los que tenía derecho. Cuando fue despedida, acudió a la tutela para que se protegiera su mínimo vital y su derecho a la seguridad social.

La Corte encontró que la empleadora incumplió su obligación de afiliar y cotizar, pero no concedió de inmediato la pensión-sanción porque no se reunían todos los requisitos legales. Aun así, ordenó algo muy importante: un pago mensual equivalente al 50 % del salario mínimo, mientras la justicia laboral decide en definitiva. Una medida transitoria que garantiza que la trabajadora no quede desprotegida.

¿Por qué este fallo es tan relevante? Porque reafirma tres mensajes esenciales:

1.     Igualdad real: el trabajo doméstico debe tener las mismas garantías que cualquier otro empleo.

2.  Vulnerabilidad: muchas de estas trabajadoras son mujeres de bajos recursos y con escasa escolaridad. El Estado tiene la obligación de darles protección reforzada.

3.  Responsabilidad profesional: los abogados y consultorios jurídicos que asesoran a personas vulnerables deben actuar con el máximo rigor. En este caso, la Corte llamó la atención al consultorio que orientó a la señora Urrea por no verificar datos básicos y dar conceptos sin sustento.

Como abogado laboralista veo en esta decisión un llamado urgente a dignificar el trabajo en el hogar y a ejercer la profesión con ética y compromiso. No basta con conocer la norma: se trata de defender derechos humanos.

Las familias que contratan servicio doméstico deben entender que no es una ayuda “informal”: es una relación laboral que exige afiliación a seguridad social, pago de prestaciones y respeto. Y quienes brindamos asesoría jurídica no podemos fallarles a quienes menos recursos tienen.

La Corte nos recuerda que la justicia social empieza en lo cotidiano: en la casa, en la oficina, en cada relación laboral. Cumplir la ley no es un favor; es la base de una sociedad decente.

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